Javier Silva
El título del último libro que publicaron junto a Andrés Barrientos y Henry Boys suena un poco soberbio: ¿el 78% de Chile es ciego?, ¿el 22% lo conforman seres iluminados?
En lo absoluto, el título no es de soberbia, sino más bien de humildad; el ensayo que yo publico en el libro parte en 2016 y narra cómo estuve presente en Punta Arenas en diferentes espacios de opinión para mostrar los riesgos que significaba tener un diputado como Gabriel Boric. Así como los debates en que participé para mostrarle a la elite de la derecha lo errado de los diagnósticos, que ellos, como iluminados de escritorio, hacían de Chile. En mi ensayo, retrato humildemente cómo la soberbia de la izquierda y de la derecha nos llevaron a esta crisis de la que será difícil salir. El 78% que votó “apruebo” en octubre de 2020 no es ciego, sino que se trata de personas embaucadas por la “vanguardia del proletariado” y que, a los ritmos de la efervescencia de octubre 2019, creyeron que Chile necesitaba un cambio. El problema es que el restante 22%, en su gran mayoría, también piensa lo mismo. Hoy todo el electorado está capturado por el discurso de izquierda, en mayor o menor medida.
¿Cuál es su impresión sobre el desarrollo del proceso constituyente chileno? ¿Esperaban un caos de esta magnitud?
Era algo que se veía venir, el proceso constituyente chileno estuvo a cargo de exdirigentes universitarios, los mal llamados “líderes estudiantiles”. Para quienes estudiamos en la década de los 2000′ en Chile, pudimos ver cómo eran las asambleas, los cambios de reglas, las votaciones anuladas hasta que salía el resultado que acomodaba a la izquierda. Todo eso, muy “ConFECh”, pasó en el actual proceso constituyente.
Quienes se iban asombrando y ponían en el grito en el cielo fueron los iluminados de la derecha que, o bien, estudiaron en las burbujas que te generan las universidades que no son del consejo de rectores. O bien, jamás participaron en política universitaria y se dedicaron a organizar carretes en Punta de Tralca o trabajos voluntarios en organizaciones de fachada que en mi época se llamaban “Calcuta”, y que luego se cambiaron el nombre a “Influyamos”, “Movamos”, “Movilidad Popular”, “Más sociedad”; entre otras.
Más allá del proceso mismo, ¿cómo evalúan el contenido de la nueva Constitución propuesta?
Estoy recién empezando a leerla, hay tres puntos que me llaman la atención y que yo no le desearía ni a mi peor enemigo que su país tuviera en su Constitución. La justicia vecinal me parece peligroso para la convivencia social del país y de los barrios, las consecuencias que de ahí se deriven serán insospechadas; la pérdida de autonomía de las juntas de vecinos (artículo 208 y 210), que dependerán de la voluntad del concejo municipal y del alcalde de turno; y la estatización de bomberos.
La creatividad abunda por estos días y muchos actores públicos han señalado que el proceso constituyente en Chile sigue pase lo que pase, incluso proponiendo opciones alternativas por anticipado. Independiente del resultado: ¿qué viene después del 5 de septiembre?
Después del 5 de septiembre viene el 6 de septiembre.
Por último, haga su apuesta: ¿gana el «apruebo» o el «rechazo»?
Lo único seguro es que Chile ya perdió y volverá a perder el 4 de septiembre.
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