Entrevista

Henry Boys

Entrevista

Habías estado muy activo en política y redes sociales, pero de un tiempo a esta parte se te ha visto menos. ¿Qué pasó con Henry Boys?

La política es muy desgastante, sobre todo cuando se asumen posiciones impopulares o contraculturales como la que a mí me tocó desarrollar. Hubiera sido imposible sin el tremendo grupo humano con el que trabajamos en aquel tiempo desde el Observatorio de la Cultura San Juan Pablo II, les estoy muy agradecido. Llegó un punto en que observé mi vida y me di cuenta de que, por muchos años, había estado demasiado enfocado en el activismo de diversa índole, le había entregado mucho de mí a la política, al nivel que me costaba separar el rol público de mi vida privada, lo que estaba afectando a mi familia y amigos. A eso se añadió un muy buen consejo que me dio el exministro Gerardo Varela cuando me entrevistó para su estudio jurídico: “político pobre, pobre político” — me dijo — a lo que añadió “te felicito por hacer carrera en el mundo privado antes de entrar a la política, eso te va a dar independencia y es una excelente decisión”. Así es como decidí salir de la “primera línea” algunos años con el objetivo de forjarme como abogado y continuar mi carrera académica — que tenía un poco botada — para poder dedicarme a lo que constituye mi vocación más profunda: la enseñanza del Derecho y la formación de jóvenes.

Cuéntanos cómo fue el proceso creativo de tu primer libro: «Líderes Morales»

¡Fue superentretenido! El año 2018 partí un Magíster en Derecho Constitucional en la Universidad Católica, por lo que pasaba muchas tardes conversando con académicos y compañeros o me quedaba investigando en la biblioteca de la Universidad. Los viernes por la noche terminaba un ramo a eso de las 20:00 horas y, como aún estaba soltero, podía disponer de mi tiempo con toda libertad. Entonces, cruzaba la Alameda y me dirigía al bohemio Barrio Lastarria, dónde subía a la azotea del restaurante Casa Lastarria. Allí, agasajado por los más deliciosos platos y algunas espirituosas copas de vino, me sumergía de lleno en la escritura del ensayo. El ambiente era mágico: la música, las luces, la excelente atención (paso el dato), el cielo despejado con ocasionales estrellas… ¡Inspiración total! En una oportunidad fueron casi 4 horas escribiendo, tuve que salir cuando estaban cerrando el local.

Estás terminando tu Magíster y el segundo libro que publicaste bajo el sello de la Editorial Conservadora a comienzos de este año es un «Pequeño Manual Constitucional». ¿Qué opinas del proceso constituyente chileno? ¿Deberíamos cambiar la Constitución?

Opino que es innecesario, riesgoso y que representa un capricho de nuestra clase política, que parece no ser capaz de sintonizar con las necesidades reales de la población. Por algún motivo llevamos años debatiendo sobre la legitimidad de la Constitución vigente, mientras que cambios urgentes que pueden ser realizados mediante ajustes legales o incluso reglamentarios duermen el sueño de los justos tanto en el Congreso como en el debate público.

Confío más en los cambios graduales, como la significativa reforma constitucional que lideró Ricardo Lagos. Así es posible contener al poder político dentro de los límites institucionales establecidos, entre otras normas, en la propia Constitución. Creo que nuestra actual carta fundamental se ha ganado el respeto ciudadano a lo largo de los años, por medio de innumerables cambios que han permitido a muchos actores incidir en su texto, tanto de izquierda como de derecha. No la cambiaría de cuajo, pero sí le haría modificaciones puntuales que muestren ser relevantes para el diseño institucional del país, como algunas de las sugeridas por un grupo de 25 colegas constitucionalistas respecto al perfeccionamiento del Tribunal Constitucional a mediados del año pasado.

A esta altura todos concuerdan que la política nacional está al debe: ¿qué consejos le darías a los actuales políticos para mejorar su vínculo con la ciudadanía?

Hoy eso ha quedado aún más en evidencia con la pandemia: el festival de pequeñeces y mezquindades, de lado y lado, ha sido un espectáculo lamentable. Es posible apreciarlo desde la presentación de iniciativas populistas en abierta contradicción con nuestro ordenamiento jurídico, hasta en quienes se han restado de acuerdos sociales relevantes basados en cálculos electorales que apuntan a su beneficio personal. Por eso es que, volviendo sobre la pregunta anterior, soy escéptico respecto a la seguridad de un proceso constituyente como el que se nos propone: no tenemos los políticos adecuados para emprenderlo. Les aconsejaría a los actuales recuperar el sistema binominal o buscar uno que tienda a los consensos, ya que Chile necesita estabilidad. También incorporar correcciones electorales que fomenten la representatividad y los acuerdos: la polarización del debate se debe, en buena medida, a congresistas radicalizados en su 1%.

Igualmente, viajar más en el transporte público y conversar con el ciudadano de a pie: sirve bastante para ordenar las prioridades. No sé si este consejo caiga en tierra fértil, pero considero que varios deberían comprender que son ejemplos para la comunidad y obrar en consecuencia. Muy pocos le toman el peso a su rol de autoridades de la nación y se comportan de manera indigna. Una autoridad debe ser y parecer. Mi abuela Úrsula, quien colaboró con Fernando Riera cuando entrenaba a la Universidad Católica — el equipo de nuestros amores —, siempre comenta lo que él le decía a sus jugadores: “Pórtense bien, muchos niños los están mirando”. Y les exigía disciplina, porque eran referentes para las futuras generaciones, de lo contrario no jugaban el partido. La política chilena necesita un entrenador como Riera, que la encauce.

¿Has pensado en una carrera política? ¿Veremos a Henry Boys de candidato algún día?

Como siempre respondo: Dios dirá. También mi polola tendrá mucho que decir al respecto, ya que soy un convencido de que los proyectos son compartidos. Además, siempre escucho a mi familia y amigos más cercanos antes de tomar una decisión semejante, pero sí me declaro disponible para emprender un desafío político, ya sea en un cargo de representación popular como desde cualquier otra tribuna pública, para defender con valentía los valores que han fundado nuestra patria.

Se rumorea que Henry Boys compite si gana el “apruebo” en el plebiscito…

Eso sí, en definitiva, se hace un plebiscito. Como están las cosas, nadie sabe. Si continúa esta locura constituyente voy a ir de candidato, eso lo anuncié desde noviembre del año pasado. Y no podría ser de otra manera: tengo un deber con el país, ya que el Derecho Constitucional es mi área de ejercicio profesional como abogado. Pero espero sinceramente en Dios que aquello no ocurra y que, en consecuencia, pueda seguir dedicado a servir a Chile desde otro plano por el momento.

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