Me motivó a esta nueva edición la constatación de que el país se desliza por una pendiente muy peligrosa de violencia, caos social y crisis económica, que fueron precisamente aquellos riesgos de los cuales Jaime Guzmán quiso proteger al país con su obra constitucional y legislativa. Y además la posibilidad que me bridó la Editorial Conservadora, a través de Luis Felipe Moncada, que interpuso sus buenos oficios, y de Henry Boys, que respaldó la idea.  

Fue una excelente experiencia profesional trabajar con la Editorial Conservadora, que aportó su equipo de trabajo y sus nexos con las diferentes áreas que deben coordinarse en la producción de un libro como éste, que además es un registro histórico de una época difícil para nuestro país.

Porque queremos hacer pronto el lanzamiento de la segunda edición, llegando al máximo de lectores posible en el país, y después de haberlo intentado con otras casas editoriales, comprobamos que Amalfi Ediciones tiene una ágil capacidad de gestión en el proceso previo a la impresión, y tiene canales de distribución adecuados para que el libro llegue a cualquier tipo de público.

Creo que lo habría enfrentado con la valentía e inteligencia que siempre aplicó en todo lo que hizo, incluso en momentos más difíciles que los actuales, como durante el período de la Unidad Popular y del expresidente Allende.

En cuanto a la Constitución, creo que habría defendido el texto de 1980, sin perjuicio de estar dispuesto a introducirle las modificaciones que lo adecuaran a la realidad presente. Pero, por sobre todo, habría intentado mantener el presidencialismo y la libertad económica, y habría continuado con su lucha en contra de la violencia política, cualquiera fuera el nuevo escenario en que se desenvolviera.

Militaría en la UDI, que fue su gran obra política, junto con la Constitución de 1980. Pero habría intentado acercarla y estrechar lazos con el Partido Republicano y Renovación Nacional, así como con cualquier otra expresión que pudieran adquirir los partidarios de una sociedad libre, que era lo que realmente defendía. La experiencia de las viejas y dramáticas consecuencias causadas por las divisiones del sector, lo habrían impulsado en ese sentido.

Es un artífice de la transición porque hizo posible el escenario político que la llevó adelante. En efecto, luego de las elecciones presidenciales y parlamentarias de diciembre de 1989, con Guzmán elegido senador por la coalición “Democracia y Progreso” (alianza electoral entre la UDI y RN), Renovación Nacional no quiso continuar unida a la UDI para conformar las mesas del primer Congreso Nacional. En ese escenario, Guzmán entró en negociaciones con la Concertación, triunfadora con Aylwin en esas elecciones presidenciales, apoyando a Gabriel Valdés como Presidente del Senado, con el apoyo a cambio de la Concertación a Beltrán Urenda, de la UDI, como su vicepresidente. Y Valdés, junto con el Gral. Pinochet en su calidad de Comandante en Jefe del Ejército — también defendido por Guzmán —, resultaron fundamentales para la estabilidad de la transición.

No se le ha otorgado este reconocimiento por el apasionamiento político que caracterizó a los primeros años de la vuelta a la democracia, y aun después, en todo lo relacionado con el Gobierno Militar.  

Creo que es un aporte la mirada global y de conjunto tanto de la vida de Jaime Guzmán, desde que nace hasta que muere, como de las circunstancias políticas, nacionales e internacionales — e incluso familiares —, de las que se nutrió para la formación de su pensamiento, de su labor académica y de su obra pública.