Enrique Alvayay
El libro ha sido todo un éxito de ventas, ya que en menos de un año se agotó el primer tiraje de 1.000 ejemplares. ¿Qué explica semejante impacto?
El motivo del impacto nos parece que fue anticipado por los presentadores del libro el día que hicimos el lanzamiento, Magdalena Merbilhaa y Fernando Wilson. Ella señaló como una de las cualidades del libro el que aborda vivencias conmovedoras, de historias de vida de personas comunes y corrientes, pero enfrentadas una situación extrema, cuál es la de ir a una guerra, que se alcanzó a detener solo unos minutos antes de que se hubieran hecho los primeros disparos. En ese contexto, Fernando complementó que el libro vino a llenar un vacío en Chile, en el sentido que poco o nada había sido escrito antes y por los propios protagonistas en el ámbito de la “historia social naval”, por lo que sería de interés para un público de lectores muy transversal en sus preferencias. Si a lo anterior le agregamos que el ex comandante en jefe de la armada, Almirante Miguel A. Vergara, finalizó el prólogo señalando que “recomiendo encarecidamente (la lectura del libro), en la certeza de que lo disfrutará, sea marino o civil. Les aseguro que no se aburrirán”, es posible comprender lo señalado posteriormente por algunos lectores en sus testimonios, en el sentido que al leerlo se rieron, alegraron, lloraron y se enojaron, conociendo una parte de la historia que estuvo a punto de cambiar en forma dramática el destino de nuestro país.
¿Por qué decidieron publicar esta segunda edición junto a Amalfi Ediciones? ¿Qué cosas destacan de su trabajo editorial?
Porque queremos hacer pronto el lanzamiento de la segunda edición, llegando al máximo de lectores posible en el país. Después de haberlo intentado con otras casas editoriales, comprobamos que Amalfi Ediciones tiene una ágil capacidad de gestión en el proceso previo a la impresión, y tiene canales de distribución adecuados para que el libro llegue a cualquier tipo de público.
La crisis de 1978 es un tema sobre el cual no se habla mucho en Chile. ¿A qué atribuye usted aquello?
Me parece que eso ocurre por varios motivos. Primero, porque se ha escrito poco de esta crisis, la cual incluso tuvo poca difusión mientras ocurría, en el sentido que mientras en diciembre de 1978 habíamos algunos miles de militares, marinos, aviadores, carabineros y civiles en tensión al sur del Estrecho de Magallanes. La mayoría de los chilenos más al norte no sabían lo que estaba ocurriendo y no la vivieron, sino que estaban preocupados de los preparativos para la Navidad, del festival de la OTI y de la primera Teletón; en cambio, en Buenos Aires hacían ejercicios de oscurecimiento. También es porque hoy se lee muy poco en nuestro país, especialmente si se trata de casos de éxito del Gobierno Militar, y la gestión de esta crisis lo fue, ya que mediante actividades diplomáticas, más una férrea voluntad de emplear el poder militar de la nación. También con la ayuda de Dios, que envió un fuerte temporal que tácticamente nos favorecía a nosotros, el gobierno argentino ordenó retraer a su flota cuando se aproximaba a las islas chilenas donde pretendían desembarcar y las islas siguieron siendo nuestras sin derramar una gota de sangre. Pero lamentablemente hoy pocos en Chile reconocen esa y otras cosas buenas que hizo el Gobierno Militar y las que siguen haciendo nuestras Fuerzas Armadas.
Como marino, ¿qué significo, para usted en lo personal, escribir este libro? ¿Cómo fue la experiencia de trabajar junto a los demás autores?
La experiencia fue excelente. Los autores nos conocemos hace ya casi 50 años, entonces no podía ser de otra manera. Esto no significa que hayamos estado de acuerdo en todo al momento de escribir el libro, pero las pocas diferencias que tuvimos las superamos como siempre: con una franca conversación en la que primaron los objetivos comunes que buscábamos. Por eso, al responder estas preguntas, siento que los estoy interpretando y lo hago también en representación de ellos. Otro aspecto que fue interesante al escribir un libro a partir de los relatos que recopilamos de muchas personas, fue constatar que poco sabíamos de los sacrificios que hicieron muchos de nuestros amigos y conocidos, lo que sirvió para apreciarlos más. Es así que también, para nosotros los autores, escribir este libro significó reflexionar, ahora el 2020, sobre lo que hicimos en 1978 a los 20 años de edad, pero ya con más de 60, y en algunos casos habiendo culminado una carrera en la Armada de Chile de 40 años o más. Esto nos permitió no solo escribir hechos, recuerdos y emociones experimentadas en esa crisis, sino que además destilar conclusiones sobre el impacto que tuvieron esas vivencias en nuestra vida posterior, las que narramos en la última parte del libro que titulamos “Reflexiones finales para un cambio de guardia”.
Todos los autores forman parte de la generación de 1977 de la Escuela Naval. ¿Tiene algún mensaje para los actuales cadetes de la Escuela que lean su libro?
Nuestro mensaje, no solo para los actuales cadetes de la Escuela Naval, sino que para cualquier joven chileno, está justamente en esa última parte del libro, donde les decimos que ojalá valoren y hagan propios esos atributos que se destilan de lo que hicimos en esa crisis de 1978. Que no son otra cosa que el cumplimiento del deber, la camaradería, el esfuerzo, la importancia de la familia, el liderazgo y el trabajo en equipo, la lealtad, la confianza, la relevancia de una Armada en la disuasión para un país como el nuestro. El amor por las aventuras y desafíos, la importancia del amor a la única nación a la cual hoy pertenecemos todos los chilenos, y el ejemplo que nos dejó Arturo Prat. Si valoran este mensaje, entonces estaremos muy contentos, pero si no, nos sentiremos al menos satisfechos de que hayan conocido de las circunstancias en que un grupo de jóvenes como ellos fueron a defender su patria amenazada. Cumpliendo el juramento hecho unos meses previos, y comprendido las razones por las que estuvimos, y seguimos estando, dispuestos a morir por Chile, en un desafío donde las opciones son solo Vencer o Morir.
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